El lenguaje inclusivo es un tema que ha despertado muchas discusiones y controversias, puesto que muchas personas lo defienden a capa y espada mientras otras, que son la gran mayoría, lo critican y ridiculizan constantemente, ya que creen que es un invento innecesario, que solo busca llamar la atención y que no tiene nada de inclusivo. Se supone, según los postulados de este lenguaje inclusivo, que al usar la letra “e”, al decir “todes” en vez de “todos”, estamos siendo inclusivos porque le estamos dando cabida a minorías que no se identifican como hombre o como mujer, es decir que al usar esta expresión de “todes” no estamos encasillando o definiendo a las personas en cuanto a su sexo, y estamos abarcando e incluyendo, desde el lenguaje, a las personas no binarias, transgénero o cualquier persona cuyo sexo no esté definido claramente. No vamos a entrar en la discusión de si el género es una construcción social o no, nos vamos a centrar más bien en si es inclusivo o no usar expresiones con la vocal “e” para darle cierta neutralidad al lenguaje, y es que resulta curioso cómo todo este invento del lenguaje inclusivo es una muestra de lo poco que sabe la gente de la historia y la gramática del idioma español.
La lengua española, a través de su desarrollo desde su origen hasta nuestros días, ha cambiado y mutado miles de veces, y uno de esos cambios responde a la necesidad que se dio en el latín, de donde viene nuestro idioma español, de establecer la diferencia entre masculino y femenino, es decir la diferencia de género, razón por la cual lo hacemos a día de hoy, decimos “hijo” refiriéndonos al masculino e “hija” para referirnos al femenino. Las reglas gramaticales con las que contamos hoy son el producto de las necesidades de los hablantes de hace muchos años atrás cuando nuestra lengua solo se estaba formando, y esos cambios se fueron implementando de manera paulatina, no de forma abrupta, por lo que una de las cosas que más se le puede criticar a este lenguaje inclusivo moderno es la imperiosa necesidad de hacer cambios importantes en la estructura de la lengua de manera rápida, lo cual demuestra el poco conocimiento que tienen de la lengua estas personas que abogan por la implantación del lenguaje inclusivo, y sí no podemos negar que nuestro idioma no es homogéneo, ya que este cambia constantemente a lo largo del tiempo, pero no realiza cambios importantes de la noche a la mañana, sino que cada cambio se hace paulatinamente y tomando en cuenta la cantidad de personas que usan esta nueva palabra o cambio en la gramática, puesto que ninguna innovación lingüística tiene asegurado el convertirse en un cambio real y extendido a todos los hablantes.
La gramática misma del español no es indiferente a estos reclamos de muchas personas que creen que nuestro idioma es machista, lo cual casualmente también tiene su origen en el carácter androcéntrico del latín, razón por la cual a través de la historia nuestra gramática incluyó lo que se llama el masculino genérico, el cual hace referencia tanto a hombres como a mujeres por igual, y aunque no es una forma ampliamente aceptada como “incluyente” por las personas que defienden el lenguaje inclusivo, desde un punto de vista gramatical sí lo es. Hay muchas otras formas de ser inclusivos que son aceptadas por la gramática de nuestra lengua como usar lo que se conoce como desdoblamiento, en vez de decir “Niños”, decir “Niños y niñas”, también podemos usar los llamados sustantivos neutros o sustituir los artículos “Los” y “Él” por “Quien” o “Cualquiera”. Nuestro idioma español sí es inclusivo, solamente debemos aprender y conocer mucho más sobre su gramática y sobre su amplia y rica historia.
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