Son innumerables las polémicas y disgustos que han surgido en diversas audiencias que consumen videojuegos, series o películas, con respecto al tema de la inclusión, y es que este es un tema que ha cobrado mucha relevancia en los últimos años, ya que busca representar la diversidad cultural de nuestro planeta a través de la inclusión de personajes de variados grupos que, históricamente, no han gozado de una prevalencia o representación en grandes producciones en el mundo del entretenimiento, lo cual es positivo, y es algo que demuestra cómo la sociedad va cambiando y evolucionando, sin embargo, los disgustos de fans y seguidores de series de televisión, videojuegos o sagas de películas no son algo ocasional o fortuito, y es que no deja de ser chocante para muchos de ellos el hecho de que esta inclusión se haga de manera forzada, poco natural y nada orgánica, dándole más importancia a ser inclusivos que a la calidad de la historia que se quiere contar, lo cual es absurdo y es lo que ha hecho que cada vez menos personas consuman este tipo de contenido. La inclusión no debe estar por encima de la calidad.
Existen miles de casos de películas excelentes, que han marcado hitos en la historia del cine y que se han posicionado como absolutas obras maestras que, aunque pase el tiempo, no dejan de ser relevantes, y esto se da porque tienen excelentes historias y un buen desarrollo de personajes, y es precisamente en este último punto en donde la inclusión falla categóricamente, puesto que es claro que en la actualidad el cine y las series de televisión son más una lista de cosas que se deben hacer, como tener personajes de color, personajes gais, personajes orientales etc., y el cine, como expresión artística no funciona de esa manera, puesto que no puedes establecer límites a la creatividad y la visión que se tiene a la hora de crear una historia y unos personajes, no se siente orgánico cuando solo metes un puñado de personajes de diversas minorías por el simple hecho de hacerlo, muchas veces son personajes que no aportan nada a la historia o que simplemente no van en concordancia con la visión general de lo que se quiere mostrar, no son los personajes que el autor ideó o concibió para darle coherencia y verosimilitud a la historia. Todo esto demuestra que la visión y la calidad de la historia que se quiere contar siempre es más importante que simplemente ser inclusivos porque sí, sin ninguna razón.
Otra cuestión es que, si se vas a realizar una producción audiovisual que estará enmarcada en un punto histórico específico, y que pretende mostrar el contexto histórico de la época de forma detallada y fiel a la realidad, estas pretensiones actuales de que a fuerza tus personajes deben ser de color o gays se vuelven aún más absurdas, puesto que si, por ejemplo, quieres retratar el japón feudal del siglo XVI en un videojuego, no tiene ningún sentido que tu personaje principal sea un samurái de color, como ya pasó recientemente en el anuncio del videojuego Assassin's Creed Shadows, y es que aunque la empresa que desarrolla el videojuego (Ubisoft) haga esto tan solo para cumplir con esas exigencias actuales de inclusión, lo cierto es que no tiene sentido hacerlo puesto que carece de exactitud histórica, y aunque sí haya existido un samurái de color en esa época específica en el Japón del siglo XVI, y aunque claro que un videojuego es una obra de ficción, por qué no construir un personaje principal con las características físicas propias de la gran mayoría de personas que vivían en esa época: esto claramente sería más orgánico y funcionaría mejor para la historia que quieres contar, así a muchas personas les disguste esto.
Es claro que ser inclusivo no significa necesariamente que una producción audiovisual sea nefasta, y es que hay muchos ejemplos de series, películas o videojuegos que han podido ser inclusivos y a la vez contar una buena historia, con muy buenos personajes, la cuestión es que no se puede poner por encima de la calidad y los personajes de una buena historia a la inclusión, puesto que esto es secundario y no es determinante a la hora de concebir los personajes, los espacios y las interacciones que en realidad van a mostrar la visión que se quiere construir. El Padrino, dirigida por Francis Ford Coppola y basada en la novela de Mario Puzo, es considerada una obra maestra hoy en día no porque fuera inclusiva, sino porque se representó fielmente la visión del autor de la historia, porque se crearon personajes verosímiles e icónicos, y porque se construyó una excelente trama.
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